"VALE LA PENA RESISTIR"
!POR QUE VALE LA PENA LEERLO!
Apareció publicado en página completa en La Jornada el día 3 de marzo en la página 11,
Espero que motive y enriquezca su participación en la Resistencia, por lo pronto, las próximas actividades en Hermosiloo, son:
8 de marzo CAMINATA "Contra la Impunidad y la Indiferencia"
Cita: 5 pm, Plaza Emiliana de Zubeldía, y
Acto cultural en la Plaza Zaragoza a las 6 pm
Corre la Voz
10 de marzo, 10 am, Seminario y Encuentro: "Contruyendo la Comunicación de la Resisitencia" Escuela de Economía de la Unison.
VALE LA PENA RESISTIR
Documento del Grupo Sur
MÉXICO
Los movimientos, fuerzas y organizaciones progresistas y de izquierda
están siendo sometidos a una presión creciente a fin de que cedan en
su denuncia del carácter ilegítimo del gobierno de Calderón y pacten
con él alguna forma de reconocimiento, explícito o implícito.
1. Los buenos consejos
La resistencia es objeto de mofa y caricaturizació n. Se tilda a los
resistentes como inmaduramente "enojados"; se elaboran argumentos
acerca de la ineficacia de una postura que "dilapidaría" un supuesto
capital político y confinaría a la izquierda al aislamiento, al
desahogo testimonial. A menudo, la cantinela asume tonos paternales y
condescendientes: feroces adversarios de la izquierda ahora le dan
consejos, se dicen interesados por el "bien" y el futuro de la
izquierda que, de no mostrarse sumisa y resignada, podría debilitarse
y sufrir daño.
Desde luego la inmoralidad de pactar con quienes
confiscaron por medio del fraude la voluntad ciudadana es echada a un
lado en nombre del "realismo" o la "sensatez", al tiempo que se
elevan lamentos acerca del talante primitivo o impresentable de estos
movimientos u organizaciones tan dispares de las "modernas"
organizaciones socialdemócratas europeas.
Frente a esta cargada a favor de ceder ante el régimen de
Calderón, en el Grupo Sur afirmamos: Vale la pena seguir resistiendo
y echar así los cimientos de un nuevo país. Y observamos, además, que
la campaña dirigida a que se olvide lo sucedido en las elecciones del
pasado 2 de julio, aunque dirigida en principio a los partidos,
organizaciones, movimientos e individuos declaradamente progresistas
y de izquierda, en realidad apunta al ciudadano común, para favorecer
que Calderón, por fin, tome posesión de la conciencia de la gente.
El verdadero pacto debe ser entre las fuerzas políticas y
sociales progresistas, para sacar al país del pantano de corrupción e
injusticias en que se encuentra sumido.
2. Vale la pena resistir por razones ético-políticas
Porque la inmoralidad del fraude electoral no es cuestión menor.
Aceptarla significaría no sólo asumir la impunidad como cosa normal,
sino renunciar a que sea la voluntad ciudadana la que determine quién
gobierna.
Pactar con el gobierno en este punto, significaría
continuar con la descomposició n de la vida pública que prohijaron
setenta años de priísmo y que han llevado a un clímax impensado los
años de gobiernos panistas.
Obviar el argumento moral significaría dejar el país, sin
más, en manos de la clase política y las oligarquías dominantes que
han convertido a México en un país empobrecido, polarizado y
desesperanzado. Hay que resistir porque queremos vivir en un mundo
posible en el que la política no sea sinónimo de degradación, sino de
enaltecimiento humano.
3. Vale la pena resistir por razones de realismo, sensatez y madurez
Porque un examen sereno del carácter del régimen actual, de su
historia y devenir, muestran que está impedido para pactar, y más aún
cumplir, acuerdos de trascendencia para el mejoramiento y bienestar
de la mayoría.
Lo ilegítimo del régimen no sólo está asociado a su origen.
El carácter del modelo económico que sustenta el gobierno, su escasa
visión de lo social, su afán represivo y excluyente impiden que se
pueda pactar con él. Ceñido como está con tales políticas, es
imposible que honre el menor acuerdo de fondo con sentido social.
Necesitamos otro gobierno. La tarea mínima de los mexicanos es
construir la democracia que las fuerzas oligárquicas, hasta hoy, han
estorbado.
Exploremos algunos escenarios. ¿Un pacto social, para el
empleo y el mejoramiento salarial? Seamos realistas. Ante el alza
reciente a los precios y las demandas consecuentes de aumento a los
salarios, los conductores de la política económica han subrayado que
lo único aceptable es el control salarial (del que sólo se exenta a
las fuerzas armadas).
El modelo económico vigente no genera condiciones endógenas
para el crecimiento y el bienestar de las mayorías, pues depende de
los capitales externos, las remesas, etc., mientras favorece al
sector financiero y no al productivo. La economía no crece a niveles
aceptables, mucho menos promueve la equidad. Al contrario, se observa
una oligarquizació n de la sociedad. Se nos dice que México será una
de las "cinco grandes" economías para mediados de siglo, la economía
del "futuro". Sin embargo, el modelo que el gobierno defiende e
impulsa dista mucho de avanzar en tal dirección. El país nos
pertenece cada vez menos. La banca, la industria, los centros
comerciales son controlados en forma creciente por corporaciones
transnacionales que procuran metas contrarias al interés nacional. En
resumidas cuentas, en vez de acortar la brecha con las potencias
económicas y de reducir las grandes desigualdades de ingreso, el
modelo las profundiza, por lo que el futuro no será de "potencia
económica", sino de mayor subdesarrollo y enormes desajustes
estructurales que desembocarán pronto en conflictos políticos y
sociales.
¿Un pacto para resolver los problemas del campo? Seamos
serios. ¿Puede realmente esperarse que el actual gobierno haga algo a
favor de la soberanía alimentaria? Asia es inconcebible sin arroz y
Europa sin trigo. Pero aquí, en México, nos estamos quedando sin
maíz. En 2007, amanecimos pagando casi el doble por la tortilla. Todo
porque desde hace 25 años los gobiernos neoliberales dejaron de
fomentar la milpa alegando que importar era más barato; de modo que
hoy tenemos que comprar maíz fuera y a precios altos. Es el resultado
de un modelo que el actual gobierno mantiene porque favorece
intereses de grandes corporaciones. Si queremos comer, los mexicanos
necesitamos importar más de 100 mil millones de pesos anuales en
alimentos, entre ellos el 25% del maíz. ¿Por qué, si éramos
autosuficientes, caímos en la dependencia? Porque el modelo de los
poderosos indica que hay que renunciar a la soberanía alimentaria en
nombre de las "ventajas comparativas" , según las cuales es mejor
exportar mexicanos e importar comida que apoyar a los campesinos para
que cultiven aquí nuestros alimentos. El resultado ha sido
dependencia alimentaria y migración; es decir hambre y éxodo.
El alza de la tortilla es una señal. El tiempo se acaba y
si queremos recuperar a México necesitamos retomar las riendas de la
nación, rescatando para el pueblo la soberanía que los gobiernos del
PRI y del PAN hipotecaron. Soberanía para crear empleos y producir
alimentos, pues más que la seguridad -imposible en medio de la
pobreza- la tarea mayor de quien gobierna es procurar trabajo digno y
comida sana para todos; derechos primordiales (y constitucionales)
que no pueden dejarse al arbitrio del mercado.
¿Pactos a favor de la educación, la ciencia y la cultura?
Seamos sensatos. El primer acto de gobierno fue reducir los recursos
a esas áreas vitales, y el segundo entregar el aparato educativo a la
grosera cúpula del SNTE.
¿Pactos para la defensa del patrimonio nacional? Seamos
prácticos. Ningún acuerdo de los gremios con el gobierno va a detener
la gran ambición del régimen y de los intereses que lo cobijan:
privatizar los recursos naturales del país.
¿Una reforma fiscal en pro de la equidad? ¿En un país en
que los potentados, con el favor del gobierno, han convertido las
triquiñuelas para la evasión en una de las bellas artes?
¿Pacto para asegurar la seguridad pública? Seamos críticos.
Si el Secretario de Gobernación y el Procurador no son investigados y
procesados por violaciones a los derechos humanos, si se mantiene
como hasta hoy la impunidad de los autores de violaciones terribles
(Guadalajara, San Salvador Atenco, Las Truchas, Pasta de Conchos,
Oaxaca), ¿qué seguridad pueden esperar los ciudadanos? Los cárteles
de la droga y el crimen organizado en general subsisten a partir de
sus vínculos con el aparato de Estado. Así, los "operativos" nunca se
dirigirán a donde deberían; y aquéllos terminan siendo un gran
espectáculo y una impostura.
¿Pactos, en fin, para mejorar la calidad de la vida social?
¿Por la equidad de género, por ejemplo? ¿Cómo puede alguien decir que
no permitirá la violencia contra las mujeres, mientras al punto acude
a legitimarse con Mario Marín?
La gran pregunta es si los mexicanos necesitamos un pacto
con el gobierno para que éste observe las garantías individuales
consignadas en nuestra carta magna y respete los derechos humanos, de
conformidad con los compromisos internacionales que el país ha
signado ¿Los derechos y garantías tienen que ser pactados en este
país?
Hagamos además memoria: ninguno de los "pactos" que los
regímenes neoliberales han signado con las fuerzas progresistas ha
sido cumplido. Botones de muestra: el pacto por el campo fue una
burla; los Acuerdos de San Andrés fueron un caso extremo de cinismo.
En todo caso, lo que corresponde es emplazar al actual
gobierno para que atienda los reclamos sociales (desde restituir los
salarios y evitar el alza de los precios de los alimentos básicos
hasta atender los problemas del campo) y políticos (respeto a la
voluntad popular). Pero este emplazamiento no es meramente un
ejercicio de "diálogos" o "acuerdos" que en décadas no han conducido
a nada, sino una exigencia de definiciones prácticas que sólo podrían
ponerse a prueba con la fuerza social en movimiento de los mexicanos.
Por lo demás, no debemos omitir la posición que ha sido
asignada el régimen calderonista en el concierto internacional
contemporáneo: la de esquirol, en alianza con Estados Unidos y países
como Colombia, para sabotear los esfuerzos democráticos y autonómicos
latinoamericanos. Un gobierno así ¿tendrá alguna posibilidad de
asumir una política interna que implique un giro en contra de los
dictados del capital financiero mundial, hacia la democracia, la
soberanía y el bienestar de la mayoría? Mientras en países como
Venezuela, Bolivia y Ecuador sus pueblos se dirigen, por ejemplo,
hacia la socialización de sus recursos estratégicos, la construcción
democrática vía la participación popular en la definición de las
políticas públicas y la consolidación de su independencia, México se
hunde en la subordinación y la desnacionalizació n crecientes,
particularmente en favor de los intereses norteamericanos.
Es duro, tenemos que reconocer que este régimen está
limitado estructuralmente para acordar acciones verdaderamente
relevantes de cara a la democracia y el bien de todos. Sería
fantástico que las fuerzas progresistas, bien portadas, "modernas",
pudieran sentarse con el gobierno a pactar el bien común; pero hace
falta sensatez para admitir que ello no va a ocurrir, pues lo que
tenemos enfrente es un bastión de primitivismo neoliberal. En fin,
hace falta asumir el hecho de que, dados sus compromisos políticos y
limitaciones estructurales, los pactos que hoy se realicen con el
régimen no serán sino coartadas para otorgarle una legitimidad que no
posee.
4. Vale la pena resistir por razones de eficacia política
Resistir significa hacer política y hacerla bien. Es precisamente por
la fuerza que hemos alcanzado y porque no queremos dilapidarla, sino
conservarla y acrecentarla, que debemos seguir resistiendo de manera
organizada.
Es cierto que en la vida cotidiana las organizaciones
sociales, políticas y gubernamentales, deben convivir y entrar en
conciertos de diverso tipo. Los representantes y gobernantes de la
izquierda deben saber transitar con dignidad por los canales
institucionales, sin traicionar la resistencia popular a la
imposición. Mientras se resuelve la crisis, las dos vías deben
ensayarse con sabiduría. Pero no queremos ver a nuestros
representantes y dirigentes con un discurso transformador y, al mismo
tiempo, negando las metas democráticas en el marco de las
instituciones. Por el contrario, se requiere eliminar la brecha entre
la política institucional y la sociedad. No se trata de dejar de
llegar a arreglos y de mantener un ambiente de civilidad social. Pero
en este terreno es importante establecer dos criterios:
Primero: los derechos establecidos en la constitución y en
las leyes no tienen por qué estar sujetos a negociación. ¿Por qué los
trabajadores tendrían que rendir pleitesías al régimen para tener la
vida digna que les asegura el pacto constitucional? ¿Por qué los
gobernadores tendrían que inclinar la cerviz para recibir los
recursos que el pacto federal les garantiza? Los derechos no están
para negociarse, sino para cumplirse. La resistencia, la
movilización, la fuerza social, son el único aval de su cumplimiento.
Segundo: Ante el fraude electoral y la ilegitimidad, lo
único que no podemos pactar es la continuación de las políticas del
actual régimen. Que se avance en la reforma profunda del Estado,
incluyendo la revocación del mandato, la desaparición del IFE actual
y la refundación de las instituciones electorales, etcétera; hablemos
de todo lo que haga falta para la creación de otro Estado con
justicia y democracia. Pero, sería un error pactar para que una
minoría siga usufructuando el gobierno a nuestra costa.
La resistencia ante la injusticia, el fraude, la vejación,
la inmoralidad, la degradación de la vida pública, es un valor en sí
misma. Y es una herramienta eficaz cuando la izquierda marcha y crece
unida. Las grandes irrupciones de la izquierda en México, en las
últimas décadas –el cardenismo, el zapatismo, el lopezobradorismo-
han enarbolado la bandera de la ética, de los valores, de la rectitud
moral, de los principios. Es ese pendón el que ha movilizado a
grandes multitudes y ha dado su fuerza al movimiento popular. Con él
se transformará el país. Resistir vale la pena. Debemos seguir por
ese camino.
28 de febrero de 2007.
GRUPO SUR
Guillermo Almeyra, Cristina Barros , Armando Bartra, Marco
Buenrostro, Elvira Concheiro, Héctor Díaz-Polanco, Víctor Flores
Olea, Javier Flores, Gerardo de la Fuente , Arturo Huerta, Epigmenio
Ibarra, Massimo Modonesi, Lucio Oliver, Carlos Payán, Consuelo
Sánchez, John Saxe-Fernández, Gabriel Vargas Lozano y Sergio Zermeño.
-- Quien no se opone a la injusticia,inevitablemente se vuelve cómplice suyo.
Apareció publicado en página completa en La Jornada el día 3 de marzo en la página 11,
Espero que motive y enriquezca su participación en la Resistencia, por lo pronto, las próximas actividades en Hermosiloo, son:
8 de marzo CAMINATA "Contra la Impunidad y la Indiferencia"
Cita: 5 pm, Plaza Emiliana de Zubeldía, y
Acto cultural en la Plaza Zaragoza a las 6 pm
Corre la Voz
10 de marzo, 10 am, Seminario y Encuentro: "Contruyendo la Comunicación de la Resisitencia" Escuela de Economía de la Unison.
VALE LA PENA RESISTIR
Documento del Grupo Sur
MÉXICO
Los movimientos, fuerzas y organizaciones progresistas y de izquierda
están siendo sometidos a una presión creciente a fin de que cedan en
su denuncia del carácter ilegítimo del gobierno de Calderón y pacten
con él alguna forma de reconocimiento, explícito o implícito.
1. Los buenos consejos
La resistencia es objeto de mofa y caricaturizació n. Se tilda a los
resistentes como inmaduramente "enojados"; se elaboran argumentos
acerca de la ineficacia de una postura que "dilapidaría" un supuesto
capital político y confinaría a la izquierda al aislamiento, al
desahogo testimonial. A menudo, la cantinela asume tonos paternales y
condescendientes: feroces adversarios de la izquierda ahora le dan
consejos, se dicen interesados por el "bien" y el futuro de la
izquierda que, de no mostrarse sumisa y resignada, podría debilitarse
y sufrir daño.
Desde luego la inmoralidad de pactar con quienes
confiscaron por medio del fraude la voluntad ciudadana es echada a un
lado en nombre del "realismo" o la "sensatez", al tiempo que se
elevan lamentos acerca del talante primitivo o impresentable de estos
movimientos u organizaciones tan dispares de las "modernas"
organizaciones socialdemócratas europeas.
Frente a esta cargada a favor de ceder ante el régimen de
Calderón, en el Grupo Sur afirmamos: Vale la pena seguir resistiendo
y echar así los cimientos de un nuevo país. Y observamos, además, que
la campaña dirigida a que se olvide lo sucedido en las elecciones del
pasado 2 de julio, aunque dirigida en principio a los partidos,
organizaciones, movimientos e individuos declaradamente progresistas
y de izquierda, en realidad apunta al ciudadano común, para favorecer
que Calderón, por fin, tome posesión de la conciencia de la gente.
El verdadero pacto debe ser entre las fuerzas políticas y
sociales progresistas, para sacar al país del pantano de corrupción e
injusticias en que se encuentra sumido.
2. Vale la pena resistir por razones ético-políticas
Porque la inmoralidad del fraude electoral no es cuestión menor.
Aceptarla significaría no sólo asumir la impunidad como cosa normal,
sino renunciar a que sea la voluntad ciudadana la que determine quién
gobierna.
Pactar con el gobierno en este punto, significaría
continuar con la descomposició n de la vida pública que prohijaron
setenta años de priísmo y que han llevado a un clímax impensado los
años de gobiernos panistas.
Obviar el argumento moral significaría dejar el país, sin
más, en manos de la clase política y las oligarquías dominantes que
han convertido a México en un país empobrecido, polarizado y
desesperanzado. Hay que resistir porque queremos vivir en un mundo
posible en el que la política no sea sinónimo de degradación, sino de
enaltecimiento humano.
3. Vale la pena resistir por razones de realismo, sensatez y madurez
Porque un examen sereno del carácter del régimen actual, de su
historia y devenir, muestran que está impedido para pactar, y más aún
cumplir, acuerdos de trascendencia para el mejoramiento y bienestar
de la mayoría.
Lo ilegítimo del régimen no sólo está asociado a su origen.
El carácter del modelo económico que sustenta el gobierno, su escasa
visión de lo social, su afán represivo y excluyente impiden que se
pueda pactar con él. Ceñido como está con tales políticas, es
imposible que honre el menor acuerdo de fondo con sentido social.
Necesitamos otro gobierno. La tarea mínima de los mexicanos es
construir la democracia que las fuerzas oligárquicas, hasta hoy, han
estorbado.
Exploremos algunos escenarios. ¿Un pacto social, para el
empleo y el mejoramiento salarial? Seamos realistas. Ante el alza
reciente a los precios y las demandas consecuentes de aumento a los
salarios, los conductores de la política económica han subrayado que
lo único aceptable es el control salarial (del que sólo se exenta a
las fuerzas armadas).
El modelo económico vigente no genera condiciones endógenas
para el crecimiento y el bienestar de las mayorías, pues depende de
los capitales externos, las remesas, etc., mientras favorece al
sector financiero y no al productivo. La economía no crece a niveles
aceptables, mucho menos promueve la equidad. Al contrario, se observa
una oligarquizació n de la sociedad. Se nos dice que México será una
de las "cinco grandes" economías para mediados de siglo, la economía
del "futuro". Sin embargo, el modelo que el gobierno defiende e
impulsa dista mucho de avanzar en tal dirección. El país nos
pertenece cada vez menos. La banca, la industria, los centros
comerciales son controlados en forma creciente por corporaciones
transnacionales que procuran metas contrarias al interés nacional. En
resumidas cuentas, en vez de acortar la brecha con las potencias
económicas y de reducir las grandes desigualdades de ingreso, el
modelo las profundiza, por lo que el futuro no será de "potencia
económica", sino de mayor subdesarrollo y enormes desajustes
estructurales que desembocarán pronto en conflictos políticos y
sociales.
¿Un pacto para resolver los problemas del campo? Seamos
serios. ¿Puede realmente esperarse que el actual gobierno haga algo a
favor de la soberanía alimentaria? Asia es inconcebible sin arroz y
Europa sin trigo. Pero aquí, en México, nos estamos quedando sin
maíz. En 2007, amanecimos pagando casi el doble por la tortilla. Todo
porque desde hace 25 años los gobiernos neoliberales dejaron de
fomentar la milpa alegando que importar era más barato; de modo que
hoy tenemos que comprar maíz fuera y a precios altos. Es el resultado
de un modelo que el actual gobierno mantiene porque favorece
intereses de grandes corporaciones. Si queremos comer, los mexicanos
necesitamos importar más de 100 mil millones de pesos anuales en
alimentos, entre ellos el 25% del maíz. ¿Por qué, si éramos
autosuficientes, caímos en la dependencia? Porque el modelo de los
poderosos indica que hay que renunciar a la soberanía alimentaria en
nombre de las "ventajas comparativas" , según las cuales es mejor
exportar mexicanos e importar comida que apoyar a los campesinos para
que cultiven aquí nuestros alimentos. El resultado ha sido
dependencia alimentaria y migración; es decir hambre y éxodo.
El alza de la tortilla es una señal. El tiempo se acaba y
si queremos recuperar a México necesitamos retomar las riendas de la
nación, rescatando para el pueblo la soberanía que los gobiernos del
PRI y del PAN hipotecaron. Soberanía para crear empleos y producir
alimentos, pues más que la seguridad -imposible en medio de la
pobreza- la tarea mayor de quien gobierna es procurar trabajo digno y
comida sana para todos; derechos primordiales (y constitucionales)
que no pueden dejarse al arbitrio del mercado.
¿Pactos a favor de la educación, la ciencia y la cultura?
Seamos sensatos. El primer acto de gobierno fue reducir los recursos
a esas áreas vitales, y el segundo entregar el aparato educativo a la
grosera cúpula del SNTE.
¿Pactos para la defensa del patrimonio nacional? Seamos
prácticos. Ningún acuerdo de los gremios con el gobierno va a detener
la gran ambición del régimen y de los intereses que lo cobijan:
privatizar los recursos naturales del país.
¿Una reforma fiscal en pro de la equidad? ¿En un país en
que los potentados, con el favor del gobierno, han convertido las
triquiñuelas para la evasión en una de las bellas artes?
¿Pacto para asegurar la seguridad pública? Seamos críticos.
Si el Secretario de Gobernación y el Procurador no son investigados y
procesados por violaciones a los derechos humanos, si se mantiene
como hasta hoy la impunidad de los autores de violaciones terribles
(Guadalajara, San Salvador Atenco, Las Truchas, Pasta de Conchos,
Oaxaca), ¿qué seguridad pueden esperar los ciudadanos? Los cárteles
de la droga y el crimen organizado en general subsisten a partir de
sus vínculos con el aparato de Estado. Así, los "operativos" nunca se
dirigirán a donde deberían; y aquéllos terminan siendo un gran
espectáculo y una impostura.
¿Pactos, en fin, para mejorar la calidad de la vida social?
¿Por la equidad de género, por ejemplo? ¿Cómo puede alguien decir que
no permitirá la violencia contra las mujeres, mientras al punto acude
a legitimarse con Mario Marín?
La gran pregunta es si los mexicanos necesitamos un pacto
con el gobierno para que éste observe las garantías individuales
consignadas en nuestra carta magna y respete los derechos humanos, de
conformidad con los compromisos internacionales que el país ha
signado ¿Los derechos y garantías tienen que ser pactados en este
país?
Hagamos además memoria: ninguno de los "pactos" que los
regímenes neoliberales han signado con las fuerzas progresistas ha
sido cumplido. Botones de muestra: el pacto por el campo fue una
burla; los Acuerdos de San Andrés fueron un caso extremo de cinismo.
En todo caso, lo que corresponde es emplazar al actual
gobierno para que atienda los reclamos sociales (desde restituir los
salarios y evitar el alza de los precios de los alimentos básicos
hasta atender los problemas del campo) y políticos (respeto a la
voluntad popular). Pero este emplazamiento no es meramente un
ejercicio de "diálogos" o "acuerdos" que en décadas no han conducido
a nada, sino una exigencia de definiciones prácticas que sólo podrían
ponerse a prueba con la fuerza social en movimiento de los mexicanos.
Por lo demás, no debemos omitir la posición que ha sido
asignada el régimen calderonista en el concierto internacional
contemporáneo: la de esquirol, en alianza con Estados Unidos y países
como Colombia, para sabotear los esfuerzos democráticos y autonómicos
latinoamericanos. Un gobierno así ¿tendrá alguna posibilidad de
asumir una política interna que implique un giro en contra de los
dictados del capital financiero mundial, hacia la democracia, la
soberanía y el bienestar de la mayoría? Mientras en países como
Venezuela, Bolivia y Ecuador sus pueblos se dirigen, por ejemplo,
hacia la socialización de sus recursos estratégicos, la construcción
democrática vía la participación popular en la definición de las
políticas públicas y la consolidación de su independencia, México se
hunde en la subordinación y la desnacionalizació n crecientes,
particularmente en favor de los intereses norteamericanos.
Es duro, tenemos que reconocer que este régimen está
limitado estructuralmente para acordar acciones verdaderamente
relevantes de cara a la democracia y el bien de todos. Sería
fantástico que las fuerzas progresistas, bien portadas, "modernas",
pudieran sentarse con el gobierno a pactar el bien común; pero hace
falta sensatez para admitir que ello no va a ocurrir, pues lo que
tenemos enfrente es un bastión de primitivismo neoliberal. En fin,
hace falta asumir el hecho de que, dados sus compromisos políticos y
limitaciones estructurales, los pactos que hoy se realicen con el
régimen no serán sino coartadas para otorgarle una legitimidad que no
posee.
4. Vale la pena resistir por razones de eficacia política
Resistir significa hacer política y hacerla bien. Es precisamente por
la fuerza que hemos alcanzado y porque no queremos dilapidarla, sino
conservarla y acrecentarla, que debemos seguir resistiendo de manera
organizada.
Es cierto que en la vida cotidiana las organizaciones
sociales, políticas y gubernamentales, deben convivir y entrar en
conciertos de diverso tipo. Los representantes y gobernantes de la
izquierda deben saber transitar con dignidad por los canales
institucionales, sin traicionar la resistencia popular a la
imposición. Mientras se resuelve la crisis, las dos vías deben
ensayarse con sabiduría. Pero no queremos ver a nuestros
representantes y dirigentes con un discurso transformador y, al mismo
tiempo, negando las metas democráticas en el marco de las
instituciones. Por el contrario, se requiere eliminar la brecha entre
la política institucional y la sociedad. No se trata de dejar de
llegar a arreglos y de mantener un ambiente de civilidad social. Pero
en este terreno es importante establecer dos criterios:
Primero: los derechos establecidos en la constitución y en
las leyes no tienen por qué estar sujetos a negociación. ¿Por qué los
trabajadores tendrían que rendir pleitesías al régimen para tener la
vida digna que les asegura el pacto constitucional? ¿Por qué los
gobernadores tendrían que inclinar la cerviz para recibir los
recursos que el pacto federal les garantiza? Los derechos no están
para negociarse, sino para cumplirse. La resistencia, la
movilización, la fuerza social, son el único aval de su cumplimiento.
Segundo: Ante el fraude electoral y la ilegitimidad, lo
único que no podemos pactar es la continuación de las políticas del
actual régimen. Que se avance en la reforma profunda del Estado,
incluyendo la revocación del mandato, la desaparición del IFE actual
y la refundación de las instituciones electorales, etcétera; hablemos
de todo lo que haga falta para la creación de otro Estado con
justicia y democracia. Pero, sería un error pactar para que una
minoría siga usufructuando el gobierno a nuestra costa.
La resistencia ante la injusticia, el fraude, la vejación,
la inmoralidad, la degradación de la vida pública, es un valor en sí
misma. Y es una herramienta eficaz cuando la izquierda marcha y crece
unida. Las grandes irrupciones de la izquierda en México, en las
últimas décadas –el cardenismo, el zapatismo, el lopezobradorismo-
han enarbolado la bandera de la ética, de los valores, de la rectitud
moral, de los principios. Es ese pendón el que ha movilizado a
grandes multitudes y ha dado su fuerza al movimiento popular. Con él
se transformará el país. Resistir vale la pena. Debemos seguir por
ese camino.
28 de febrero de 2007.
GRUPO SUR
Guillermo Almeyra, Cristina Barros , Armando Bartra, Marco
Buenrostro, Elvira Concheiro, Héctor Díaz-Polanco, Víctor Flores
Olea, Javier Flores, Gerardo de la Fuente , Arturo Huerta, Epigmenio
Ibarra, Massimo Modonesi, Lucio Oliver, Carlos Payán, Consuelo
Sánchez, John Saxe-Fernández, Gabriel Vargas Lozano y Sergio Zermeño.
-- Quien no se opone a la injusticia,inevitablemente se vuelve cómplice suyo.
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