Pérdida de votos por violencia
Foto publicada en www.quepasa.com
Carlos Ramírez
Nota Publicada: 16/11/2006
Citado de periodico "El imparcial"
De la columna "Indicardor Politico"
Las evidencias que tienen los propios perredistas llevan a la conclusión de que la lucha de Andrés Manuel López Obrador contra la toma posesión de Felipe Calderón está perdida. Haga lo que hagan la bancada del bronx perredista en el Palacio Legislativo, Felipe Calderón será Presidente de la República. Y el PRD dejará pendiente una muy cara factura política que tendrá que pagar en las elecciones legislativas del 2009 y las presidenciales del 2012.Y por la dimensión del fracaso político de la lucha absurda contra la realidad política, el ciclo de liderazgo caudillista de López Obrador habrá llegado a su fin. Al final de cuentas, los perredistas en el Congreso parecen percatarse, a destiempo, que la agenda política de López Obrador se basa en la frustración y el resentimiento y no en la construcción de acuerdos desde la minoría del 25%.Al final de cuentas, López Obrador, el PRD y los perredistas habrán de analizar con autocrítica el monto de la factura política por pagar en las legislativas del 2009 y en las presidenciales del 2012. Y no sólo en términos de sus acciones de violencia política callejera, sino de las causas reales de la derrota: El desdén hacia la realidad, el iluminismo de López Obrador, la soberbia política, el regodeo adelantado de la victoria y el desgaste del caudillismo. Es decir, la larga lista de errores propios.Por lo pronto, los indicios hablan de una pérdida de base electoral. El secretario general del PRD, Guadalupe Acosta, aceptó que el partido habría disminuido el 13% de votos por el conflicto poselectoral. Al final de cuentas, las exigencias sociales del cambio están basadas en las expectativas de una transición pactada y no de comportamientos revolucionarios destructivos.El problema del PRD, en realidad, está hacia su interior. Una encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica para Proyecto 40 de televisión concluye que el PAN ha ido aumentando su penetración en la sociedad por el desgaste del PRD y la pasividad y conflictos internos en el PRI. Y de los perredistas definidos, el 40% declaró en esa encuesta que estaba en desacuerdo con la decisión del PRD de impedir la toma de posesión de Calderón.La encuesta, dirigida por el politólogo Federico Berrueto, señala también que el 54.3% de los encuestados estaba muy en desacuerdo con las acciones del PRD para impedir la toma de posesión de Calderón y que sólo un 9.9% estaba de acuerdo. Asimismo, el sondeo señala que el 60.2% estaba muy en desacuerdo con los viajes internacionales del PRD para advertirles a los jefes de Estado y de gobierno invitados a la ceremonia mexicana del primero de diciembre que vendrían bajo su propio riesgo. Y para completar el cuadro, la encuesta concluyó que el 33.3% aprobaba el uso de la fuerza pública en el Congreso y el 29.8 estaba de acuerdo.En todo este largo conflicto electoral, el PRD ha perdido todas las batallas: No pudo imponer su victoria, no consiguió probar el fraude, no logró movilizar masivamente a los ciudadanos a favor de López Obrador, impidió el informe, pero perdió la batalla en los medios, ayudó a la imagen de Fox cuando el grito se salió del conflicto capitalino y hay poco convencimiento de la realidad de la presidencia imaginaria de López Obrador. Y hacia el 1 de diciembre, la ciudadanía podría quedarse con la percepción de irregularidades, pero con la certeza de que Calderón debe tomar posesión.La batalla de López Obrador ha sido personal. Nadie hasta ahora entiende la posibilidad de un fraude electoral -con autoridades electorales acusadas de impericia- exclusivamente en contra de la candidatura presidencial del PRD. Porque el PRD aplastó en el DF con una elección de Estado más burda y fraudulenta que la Presidencia y avanzó a un tercio del legislativo. No hay explicación técnica para un fraude tan fino -tipo láser-. Si los legisladores y candidatos capitalinos apoyan la lucha de López Obrador, entonces debieron de haber rechazado sus constancias de mayoría.Eso sí, López Obrador ha arrastrado al PRD en un conflicto sin destino político. Y sobre todo tan lleno de contradicciones: Los perredistas en cargos de elección popular no pueden aceptar el valor de las instituciones que les dan empleo y salarios y apoyar a quien mandó al diablo esas mismas instituciones. Asimismo, los perredistas no saben cómo dilucidar otra contradicción grave: Aceptar la presidencia paralela de López Obrador y combatir la presidencia constitucional de Calderón desde la posición institucional de legisladores. Para ser coherentes y hasta decentes, los perredistas debieran de renunciar a sus cargos y quedarse sólo en la República de Pejelandia.El PRD ha inaugurado una lucha revolucionaria subsidiada. Es decir, el radicalismo de los perredistas es posible por las dietas que cobran en las instituciones de la república real. Y hasta el propio López Obrador se encuentra en una situación que raya en el absurdo: Su República de Pejelandia estará sostenida con dinero de la sociedad mexicana porque ya obligó -como un pollero que ayuda a cruzar el Río Bravo y luego cobra sus facturas- a los legisladores a cederle forzosamente 20 mil pesos mensuales para financiar su toma de posesión y su presidencia itinerante. Es decir, impuestos ciudadanos vía salarios a legisladores y vía prerrogativas del IFE van a sostener la presidencia carnavalesca de López Obrador.Lo peor de todo es que la lucha del PRD ha resultado inútil. Calderón, según han reconocido los propios perredistas, será presidente constitucional de la República. Y la oposición del PRD habrá de ser contabilizada casi como una locura políticas para satisfacer la vanidad de quien perdió las elecciones y que se inventó una presidencia de carnaval y que está obligando a sus colaboradores a decirle “Señor Presidente”.Pero todo lo que comienza, acaba. Y el 2 de diciembre el PRD habrá de decidir si sigue el camino amarillo del Mago de Oz tabasqueño o si regresa a la racionalidad política y se dedica a reconstruir su deteriorada imagen como partido serio y propositivo. Y el PRD tendrá que decidir si es un partido de izquierda o el brazo político del caudillo López Obrador.
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