miércoles, agosto 23, 2006

La maldición blanca


Autor: Eduardo Galeano
Tomado de: Página/12, Buenos Aires, domingo 4 de abril de 2004.

El primer día de este año, la libertad cumplió dos siglos de vida en el mundo. Nadie se enteró, o casi nadie. Pocos días después, el país del cumpleaños, Haití, pasó a ocupar algún espacio en los medios de comunicación; pero no por el aniversario de la libertad universal, sino porque se desató allí un baño de sangre que acabó volteando al presidente Aristide.
Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.
Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones. Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.
Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.
Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del Africa. El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos.
De la maldición blanca, no se habló.
La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado:
—¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias?
—El anterior.
—Pues, que se restablezca.
Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados.
Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.
A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad.
Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar.
En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.
En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública.
La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia. Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.
Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años.
Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe.
Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras. País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios.
Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.
En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso.
Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes.
En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares.
Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.

miércoles, agosto 16, 2006

Continúan violaciones de Israel a los derechos humanos

Amit Shabi, fotógrafo independiente israelí que trabaja para Reuters y que vive en Suecia, ganó el segundo premio dentro de la categoría de noticias generales. World Photo Press, 9 febrero 2001. En esta foto un policía israelí discute con un hombre palestino en Jerusalén el 13 de octubre 2000. REUTERS/Amit Shabi



por Kanaga Raja
Nº 166 - julio/agosto 2006
Citado de "Revista del Sur"

Un nuevo informe del relator especial de la ONU puso de relieve la continuación de las violaciones de Israel a los derechos humanos y la creciente crisis humanitaria en los territorios palestinos.El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos, John Dugard, manifestó preocupación por las continuadas violaciones a los derechos humanos y la ley humanitaria por parte de Israel en los territorios palestinos ocupados. El experto planteó estas preocupaciones en un informe (E/CN.4/2006/29) al 62º período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. El informe iba a ser considerado por la organización sucesora de la Comisión, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en su primera sesión, en junio. La Comisión finalizó su trabajo en el 62º período de sesiones, el 27 de marzo.Aunque Dugard consideró un paso importante la evacuación de colonos y el retiro de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) de la franja de Gaza, destacó que ese repliegue no significa que la ocupación del territorio haya llegado a su fin. Israel todavía retiene el control del territorio mediante la vigilancia aeroespacial, territorial, marítima y de las fronteras externas, señaló. Además, continúa ejerciendo el control militar mediante explosiones sónicas que, según Dugard, aterrorizan y traumatizan a la población y constituyen una forma de castigo colectivo, además de los reiterados ataques aéreos en el territorio, dirigidos contra milicianos seleccionados.En los tres meses siguientes al retiro de Israel de Gaza, quince palestinos fueron asesinados selectivamente, dieciocho civiles resultaron muertos y ochenta y uno heridos, como respuesta a los cohetes Qassam lanzados desde Gaza.Mientras, Israel continúa con la construcción de un muro en territorio palestino, en desafío al dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 2004. Además, siguen creciendo los asentamientos, en particular en la “zona cerrada” entre la Línea Verde y el muro, que actualmente alberga a setenta y seis por ciento de la población de colonos en Cisjordania. La Línea Verde es la frontera entre Israel y Cisjordania.El experto también dijo que Jerusalén oriental está experimentando grandes cambios como resultado de la construcción del muro a través de barrios palestinos. El claro propósito del muro en el área de Jerusalén es reducir la cantidad de palestinos en la ciudad, mediante su transferencia a Cisjordania. Esto provoca grandes problemas humanitarios, como ser la separación de familias y la privación del acceso a hospitales, a escuelas y al trabajo.Aunque Israel abandonó su plan de construir un muro a través del valle del Jordán, sus políticas en la región fueron diseñadas para desplazar a los palestinos de la zona, señaló Dugard, y agregó que los asentamientos judíos están en expansión y que se están confiscando tierras palestinas, además de destruir casas, negar el acceso a no residentes del valle del Jordán y limitar el acceso al agua y la energía eléctrica. “Otras violaciones a los derechos humanos continúan”, dijo, y señaló que todavía hay unos nueve mil prisioneros palestinos en cárceles israelíes.El relator especial visitó los territorios palestinos ocupados del 3 al 9 de diciembre de 2005. Estuvo en Gaza un solo día, dado que la actual situación de seguridad no permite pernoctar a los visitantes. También se reunió con ministros del gabinete palestino, otros interlocutores palestinos, funcionarios de la ONU y ONGs palestinas e israelíes en Jerusalén y Ramala. Asimismo, visitó Hebrón, Belén y otras áreas.El funcionario observó que, desde su último viaje a los territorios palestinos ocupados en junio de 2005, hubo algunos cambios importantes, dado que Israel retiró exitosamente a sus fuerzas y sus colonos de Gaza en agosto y setiembre, “poniendo fin así a la colonización de Gaza”.Subrayó además otros hechos positivos, por ejemplo que, si bien continúan las incursiones violentas de las Fuerzas de Defensa de Israel en territorios palestinos ocupados y milicianos suicidas lograron en alguna ocasión penetrar en Israel con resultados devastadores, la cantidad de víctimas fatales y heridos en ambos bandos ha disminuido considerablemente. Además, las Fuerzas de Defensa de Israel mantienen su decisión de no realizar demoliciones punitivas de viviendas, y la Alta Corte de Justicia de Israel pronunció dictámenes que han reducido el sufrimiento del pueblo palestino.Uno de esos dictámenes, dijo Dugard, prohibió a las Fuerzas de Defensa de Israel utilizar a los palestinos como escudos humanos de los soldados en sus incursiones en aldeas palestinas, y otro dictamen consideró ilegal una sección del muro, cerca del asentamiento de Alfei Menashe, con el argumento de que causa un sufrimiento desproporcionado al pueblo palestino.Sin embargo, estos hechos positivos son contrarrestados por el desorden prevaleciente en Gaza y la incertidumbre relacionada con el pasaje de bienes y personas hacia dentro y fuera del territorio, la continuación de la construcción del muro y la expansión de los asentamientos, la “despalestinización” de Jerusalén, la violencia de los colonos y las Fuerzas de Defensa de Israel, el mantenimiento de los prisioneros palestinos, la restricción al libre movimiento mediante los puestos de control, las demoliciones de viviendas dirigidas a limitar la expansión de localidades y aldeas, la pobreza y el desempleo causados por la ocupación, el surgimiento de nuevos desplazados internos como resultado de la confiscación de tierras para la construcción del muro, y las restricciones a la educación y a los servicios médicos mediante los puestos de control y el muro.Israel aún debe hacer mucho antes de poder afirmar que cumple con sus obligaciones mínimas en el área de los derechos humanos y la ley humanitaria, concluyó el experto.El muro de la injusticiaEn cuanto al muro de separación, Dugard señaló que el 20 de febrero de 2005, el gobierno de Israel realizó una modificación marginal al trazado del muro previsto originalmente. De acuerdo con esto, el muro, una vez terminado, tendrá una longitud de 670 kilómetros, frente a los 622 establecidos en el plan anterior. El nuevo trazado recorre 145 kilómetros de la Línea Verde, mientras que el anterior recorría cuarenta y ocho.Según el experto en derechos humanos, el muro penetrará más profundamente en territorio palestino, más al norte, y abarcará asentamientos en el bloque de Gush Etzion, cerca de Belén, que alberga a 50.000 colonos. También se decidió incluir los asentamientos de Ma’aleh Adumim y Ariel del lado israelí del muro. Como resultado, cerca de diez por ciento del territorio palestino quedará del lado de Israel (la ruta anterior anexaba 12,7 por ciento de Cisjordania).El muro dejará del lado israelí a 170.000 colonos (sin contar unos 190.000 en Jerusalén oriental), que constituyen setenta y seis por ciento de la población de colonos de Cisjordania, y a 49.000 palestinos (sin contar más de 200.000 que viven en Jerusalén oriental). Dugard reiteró su opinión de que varias secciones del muro parecen haber sido construidas por razones no relacionadas con la seguridad. “Ha llegado el tiempo de aceptar que, aunque el muro puede servir a un propósito legítimo de seguridad cuando sigue la Línea Verde, sirve a otros objetivos cuando se adentra en territorio palestino, es decir expansión territorial y protección de los asentamientos”.El experto subrayó que los asentamientos judíos en Cisjordania son ilegales porque violan el párrafo 6 del artículo 49 de la cuarta Convención de Ginebra, y su ilegalidad fue ratificada por la Corte Internacional de Justicia en su dictamen sobre el muro.La mayoría de las colonias y los colonos de Cisjordania quedarán del lado israelí del muro. A fines de setiembre de 2005, los colonos de Cisjordania sumaban 242.700, frente a 235.100 a fines de diciembre de 2004.La construcción del muro, la “despalestinización” de la zona encerrada y la expansión y construcción de asentamientos en esa zona dejan claro que el muro está diseñado para convertirse en la frontera del Estado de Israel y que la tierra comprendida en la zona encerrada será anexada, dijo Dugard.También señaló que la violencia de los colonos sigue siendo un problema grave. Los procesamientos de colonos son raros y parece que pueden aterrorizar a los palestinos y destruir sus árboles y cultivos impunemente. En el curso de 2005 fueron destruidos novecientos olivos en la aldea cisjordana de Salem, cerca de Naplusa. En las colinas del sur de Hebrón, visitadas por el relator especial en junio de 2005, se aterroriza a niños en su camino a la escuela, se han envenenado pozos, campos y ovejas, y se han robado muchas cabras y ovejas.Dugard también afirmó que Israel realizó cambios mayores a Jerusalén, esencialmente destinados a reducir la cantidad de palestinos y aumentar la población judía de la ciudad, para debilitar la reivindicación palestina de Jerusalén oriental como capital de un futuro Estado palestino independiente. En Jerusalén oriental, ocupada por Israel, viven unos 190.000 colonos judíos. Sin embargo, existen planes para incrementar la cantidad de colonos y extender los asentamientos de modo que rodeen a Jerusalén y reduzcan a Cisjordania a la mitad.A la vez, dijo Dugard, existen planes para reducir la población palestina de Jerusalén oriental, actualmente cercana a 230.000, mediante una serie de estrategias. En primer lugar, mediante demoliciones de casas. Hubo un abrupto aumento de demoliciones en 2004, cuando se destruyeron 152 viviendas en Jerusalén oriental. En segundo lugar, mediante el trazado del muro por el oeste de barrios que antes formaban parte de Jerusalén oriental. En tercer lugar, mediante la transferencia de barrios que antes formaban parte de esa ciudad a Cisjordania, con la ayuda del muro.Con respecto a las violaciones a los derechos humanos por parte de Israel, Dugard señaló que todavía hay más de nueve mil prisioneros en cárceles israelíes, entre ellos trescientos menores de edad. Más de seiscientos de ellos se encuentran en detención administrativa, es decir, sin juicio. Mientras, los puestos de control y cierres de frontera en Cisjordania continúan obstaculizando gravemente la libertad de movimiento. Aunque la cantidad de obstáculos fronterizos disminuyó sustancialmente en el curso del año pasado (de 605 en febrero a 376 en agosto de 2005), esto fue contrarrestado por la cantidad de “puestos de control volantes”, es decir, formados por soldados establecidos al azar y temporalmente en alguna sección de un camino. Se estima que cada mes se establecen más de cuatrocientos de estos puestos de control.PobrezaEl informe del experto en derechos humanos también destacó la crisis humanitaria en los territorios palestinos ocupados, resultante de la ocupación y la construcción del muro. El territorio tiene una población de 3,8 millones (2,4 millones en Cisjordania y 1,4 millones en la franja de Gaza). Cerca de cuarenta y dos por ciento de la población (1,6 millones) son refugiados registrados. La población aumenta naturalmente 3,5 por ciento al año.El desempleo llegó a veintiocho por ciento (treinta y cinco por ciento en Gaza y veinticinco por ciento en Cisjordania) en 2005. La pérdida de acceso al trabajo en Israel es una de las principales causas de desempleo. Cerca de la mitad de la población (1,8 millones de habitantes) vive por debajo de la línea oficial de pobreza, de 2,1 dólares al día. La pobreza de subsistencia, es decir, la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas de supervivencia, se estima en dieciséis por ciento. La pobreza es mucho mayor en Gaza (sesenta y cinco por ciento) que en Cisjordania (treinta y ocho por ciento).La pobreza es resultado del creciente desempleo, los cierres de frontera, el muro, la pérdida de propiedades causada por las demoliciones de viviendas y las confiscaciones y la nivelación de tierras, según Dugard. Los ingresos agrícolas cayeron considerablemente como resultado de la destrucción de zonas agrícolas y el aislamiento de tierras y pozos del otro lado del muro. Los cierres han limitado el acceso a servicios de salud y educación.Actualmente, el llamado “Cuarteto”, integrado por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la ONU, tiene la mayor responsabilidad por la resolución del conflicto entre Israel y Palestina, dice el informe.La base de las negociaciones sigue siendo la hoja de ruta de 2003, que según Dugard está totalmente desactualizada, dado que preveía el fin del conflicto para fines de 2005.Por lo tanto, la hoja de ruta debe revisarse y tomar en consideración la realidad actual y el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 2004. Es esencial que el Cuarteto tome más en cuenta consideraciones de derechos humanos y el dictamen de la Corte en el manejo de las negociaciones. Bajo las circunstancias actuales, el relator especial dijo que no puede hacer más que alertar a la Comisión y a la ONU de la grave situación en los territorios palestinos ocupados, resultante de la violación continuada de los derechos humanos y la ley humanitaria, y apelar a la Comisión y a la ONU para que amplíen la protección al pueblo palestino.-----------

Kanaga Raja es investigador de la Red del Tercer Mundo.Este artículo se publicó por primera vez en South-North Development Monitor (SUNS) el 10 de marzo de 2006.

martes, agosto 15, 2006

Cuba duele


Eduardo Galeano
Tomado de: La Jornada, México, D.F., viernes 18 de abril de 2003.


Las prisiones y los fusilamientos en Cuba son muy buenas noticias para el superpoder universal, que está loco de ganas de sacarse de la garganta esta porfiada espina. Son muy malas noticias, en cambio, noticias tristes que mucho duelen, para quienes creemos que es admirable la valentía de ese país chiquito y tan capaz de grandeza, pero también creemos que la libertad y la justicia marchan juntas o no marchan.
Tiempo de muy malas noticias: por si teníamos poco con la alevosa impunidad de la carnicería de Irak, el gobierno cubano comete estos actos que, como diría don Carlos Quijano, “pecan contra la esperanza”.
Rosa Luxemburg, que dio la vida por la revolución socialista, discrepaba con Lenin en el proyecto de una nueva sociedad. Ella escribió palabras proféticas sobre lo que no quería. Fue asesinada en Alemania, hace 85 años, pero sigue teniendo razón: “La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido, por numerosos que ellos sean, no es libertad. La libertad es siempre libertad para el que piensa diferente”. Y también: “Sin elecciones generales, sin una libertad de prensa y una libertad de reunión ilimitadas, sin una lucha de opiniones libres, la vida vegeta y se marchita en todas las instituciones públicas, y la burocracia llega a ser el único elemento activo”.
El siglo XX, y lo que va del XXI, han dado testimonio de una doble traición al socialismo: la claudicación de la socialdemocracia, que en nuestros días ha llegado al colmo con el sargento Tony Blair, y el desastre de los estados comunistas convertidos en estados policiales. Muchos de esos estados se han desmoronado ya, sin pena ni gloria, y sus burócratas reciclados sirven al nuevo amo con patético entusiasmo.
La revolución cubana nació para ser diferente. Sometida a un acoso imperial incesante, sobrevivió como pudo y no como quiso. Mucho se sacrificó ese pueblo, va-liente y generoso, para seguir estando de pie en un mundo lleno de agachados. Pero en el duro camino que recorrió en tantos años, la revolución ha ido perdiendo el viento de espontaneidad y de frescura que desde el principio la empujó. Lo digo con dolor. Cuba duele.
La mala conciencia no me enreda la lengua para repetir lo que ya he dicho, dentro y fuera de la isla: no creo, nunca creí, en la democracia del partido único (tampoco en Estados Unidos, donde hay un partido único disfrazado de dos), ni creo que la omnipotencia del Estado sea la respuesta a la omnipotencia del mercado.
Las largas condenas a prisión son, creo, goles en contra. Convierten en mártires de la libertad de expresión a unos grupos que abiertamente operaban desde la casa de James Cason, el representante de los intereses de Bush en La Habana. Tan lejos había llegado la pasión libertadora de Cason que él mismo fundó la rama juvenil del Partido Liberal Cubano, con la delicadeza y el pudor que caracterizan a su jefe.
Actuando como si esos grupos fueran una grave amenaza, las autoridades cubanas les han rendido homenaje, y les han regalado el prestigio que las palabras adquieren cuando están prohibidas.
Esta “oposición democrática” no tiene nada que ver con las genuinas expectativas de los cubanos honestos. Si la revolución no le hubiera hecho el favor de reprimirla, y si en Cuba hubiera plena libertad de prensa y de opinión, esta presunta disidencia se descalificaría a sí misma. Y recibiría el castigo que merece, el castigo de la soledad, por su notoria nostalgia de los tiempos co-loniales en un país que ha elegido el camino de la dignidad nacional.
Estados Unidos, incansable fábrica de dictaduras en el mundo, no tiene autoridad moral para dar lecciones de democracia a nadie. Sí podría dar lecciones de pena de muerte el presidente Bush, que siendo gobernador de Texas se proclamó campeón del crimen de Estado firmando 152 ejecuciones.
Pero las revoluciones de verdad, las que se hacen desde abajo y desde adentro como se hizo la revolución cubana, ¿necesitan aprender malas costumbres del enemigo que combaten? No tiene justificación la pena de muerte, se aplique donde se aplique.
¿Será Cuba la próxima presa en la cacería de países emprendida por el presidente Bush? Lo anunció su hermano Jeb, gobernador del estado de Florida, cuando dijo: “Ahora hay que mirar al vecindario”, mientras la exiliada Zoe Valdés pedía a gritos, desde la televisión española, “que le metan un bombazo al dictador”. El ministro de Defensa, o más bien de Ataques, Donald Rumsfeld, aclaró: “Por ahora, no”.
Parece que el peligrosímetro y el culpómetro, las maquinitas que eligen víctimas en el tiro al blanco universal, apuntan, más bien, hacia Siria. Quién sabe. Como dice Rumsfeld: por ahora.
Creo en el sagrado derecho a la autodeterminación de los pueblos, en cualquier lugar y en cualquier tiempo. Puedo decirlo, sin que ninguna mosca me atormente la conciencia, porque también lo dije públicamente cada vez que ese derecho fue violado en nombre del socialismo, con aplausos de un vasto sector de la izquierda, como ocurrió, por ejemplo, cuando los tanques soviéticos entraron en Praga, en 1968, o cuando las tropas soviéticas invadieron Afganistán, a fines de 1979.
Son visibles, en Cuba, los signos de decadencia de un modelo de poder centralizado, que convierte en mérito revolucionario la obediencia a las órdenes que bajan, “bajó la orientación”, desde las cumbres.
El bloqueo, y otras mil formas de agresión, bloquean el desarrollo de una democracia a la cubana, alimentan la militarización del poder y brindan coartadas a la rigidez burocrática. Los hechos demuestran que hoy es más difícil que nunca abrir una ciudadela que se ha ido cerrando a medida que ha sido obligada a defenderse. Pero los hechos también demuestran que la apertura democrática es, más que nunca, imprescindible. La revolución, que ha sido capaz de sobrevivir a las furias de 10 presidentes de Estados Unidos y de 20 directores de la CIA, necesita esa energía, energía de participación y de diversidad, para hacer frente a los duros tiempos que vienen.
Han de ser los cubanos, y sólo los cubanos, sin que nadie venga a meter mano desde afuera, quienes abran nuevos espacios democráticos, y conquisten las libertades que faltan, dentro de la revolución que ellos hicieron y desde lo más hondo de su tierra, que es la más solidaria que conozco.

viernes, agosto 11, 2006

FELIPE CALDERON HINOJOSA: PRESIDENTE DE MEXICO



Mensaje a la Nación de Felipe Calderón Hinojosa, Candidato ganador de la Presidencia de la República.2/8/06



Hace un mes los mexicanos participamos en una elección limpia y democrática, organizada por millones de ciudadanos.
Muchos de ustedes o sus vecinos contaron voto por voto la decisión de todos. Ese día, los candidatos del PAN ganamos las elecciones a la Presidencia y al Congreso.
A quienes votaron por mí les agradezco su apoyo, a quienes no,permítanme ganarme con hechos su confianza.
México es un país democrático, tenemos un IFE autónomo y un Tribunal independiente.
El camino para resolver nuestras diferencias es el respeto a la ley y el respeto a los demás.
Por eso he actuado con responsabilidad y sin caer en provocaciones.
Porque creo firmemente en la fuerza de los pacíficos y porque ganamos limpiamente.
Hago un llamado a los mexicanos para que cuidemos la paz y para que trabajemos juntos por un México más prospero y más justo.